Los Videos de Peter!

04 octubre 2007

Battles



Junten a los guitarristas Ian Williams (ex-Don Caballero, ex-Storm & Tress) y Dave Konopka (ex-Lynx), a Tyondai Braxton (multiinstrumentista hijo del gran Anthony Braxton, vanguardista compositor y saxofonista, todo un mito del free jazz) y al batería John Stanier (ex-Helmet, Tomahawk) en un mismo grupo. ¿Qué obtienen? Un equipo bien engrasado, la suma de los talentos de cuatro personalidades muy marcadas dedicadas a propulsar el rock hacia el futuro.

Tras publicar entre 2004 una serie de tres EPs -“Tras”, “Ep C”, y “B Ep”- en sellos como Cold Sweat, Monitor o Dim Mak, el buque insignia del inteligent techno de los noventa, Warp Records, se fijaba a mediados de 2005 en ellos y decidía reeditar en un único CD -“Ep C/B” (Warp, 06)- dos de aquellos discos. Este “Mirrored”, en la calle desde el pasado 14 de mayo, es por tanto su primer álbum propiamente dicho, también la primera de sus grabaciones que incorpora voces.

A nadie debería extrañarle su adscripción a un sello con tanta solera electrónica; por muy física -y abierta a la improvisación- que sea su música en directo, el arsenal tecnológico y la precisión metronómica en su ejecución sitúa a Battles más cerca de algunos proyectos electrónicos contemporáneos que de la mayoría de grupos de rock al uso. Música compleja y mecánica, sí, pero también humana y orgánica. Música de su tiempo, producto de la era digital y la sociedad de la sobreinformación. Rock de silicio.

Si eres de los que piensan que tres acordes son más que suficientes para escribir una -una y otra vez la misma- canción, deberías mirar a otro sitio.

Para los que hayan elegido seguir leyendo… Battles, experimentales y vanguardistas, pueden sonar a… lo que quieran: afrobeat pasado de anfetamina, guitarras congoleñas, los 7 Enanitos silbando, coros fantasiosos, post-rock a lo Tortoise, algo de hard-rock, ritmos que son pura adrenalina en “Race In”; una voz como inflada de helio (tratada, también en directo, a través de pedales y laptop) enrareciendo la cadencia glam rock (piensa en T.Rex o The Gliter Band tocando con Papa Pitufo al frente) de “Atlas”, canción en realidad inspirada (lo han dicho ellos, y es fácil dar crédito a sus palabras fijándose en la cambiante base rítmica que aparece desnuda al final del tema) en el schaffel, ese ritmo-textura tan habitual de las producciones surgidas de la penúltima escuela minimal (techno) de Colonia; histriónica opera-rock cargada de humor y sobrada de recursos en “Ddiamond”; post-rock a lo Tristeza y math-rock geométrico abierto por imaginativas armonías vocales en “Tonto”; digi-soul-pop a lo Timbaland (si este cambiara la mesa de mezclas de su estudio por el trabajo con músicos en un local de ensayo) en “Leyendecker”; psicodelia expansiva y multicolor de aires circenses en “Rainbow” (título más que apropiado); sonidos selváticos y viajes cerebrales en “Bad Trails”, entre las montañas rusas de Mercury Rev, los Pink Floid más planeadores y el ambient; el espíritu del Africa negra pasado por el filtro de Steve Reich en “Prismism”; duelos de guitarras, armonios, un ritmo que es puro drum’n’bass y, para cerrar, timbres propios del Aphex Twin más burlón en “Snare Hunger”; asma, cenefas de guitarra (un tanto prog-rock a veces, sí) y adrenalina rítmica (los DJs deberían atreverse a pinchar esto en los clubs de baile) en “Tij”…

Versátiles, mutantes, torcidos, cándidos y alucinados, pero también cada vez más lejos de ser ese cúmulo de excesos masturbatorios progresivos en el que podrían haberse convertido, Battles han girado la cara hacia una nueva noción de psicodelia que les permite explorar un rango más amplio de sonidos y emociones.

Y aunque cuanto más al grano van, mejor les queda, los pequeños dislates instrumentales que asoman de cuando en cuando, o momentos en los que no son capaces de mantener el tono (algunas partes de “Tonto”, la poco más que anecdótica “Prismism”, “Race Out”) no nos parecen razones para echar a bajo un disco ambicioso y brillante que lejos de buscar el aplauso fácil de las mayorías se esfuerza en recontextualizar elementos de épocas y estéticas diversas para generar un espacio sonoro nuevo y propio.

No es un disco redondo, no es ninguna obra maestra, pero me da a mí en la nariz que dentro de unos años más de una nueva banda estará alabando el valor inventivo de “Mirrored”. Quien no quiera esperar a entonces, que se asome ahora.

Pagina: http://www.bttls.com

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